Café con Sensei

Cenizas

Digo a mis alumnos que, si es brasileño, ir a el Carnaval es necesario.
Por lo menos una vez en la vida. No mas que esto.
Recuerdo  de cuando tenía unos 5 años y fui "introducido" al ritual. Mi madrina de bautismo era corintiana y me llevo junto con sus hijos para divertirnos, allá en Corintias. Recuerdo hasta hoy de las canciones, los confetis, las serpentinas...
Si nos divertimos? Ellos si, yo ni tanto, quede hasta un poco asustado, pero valió la pena la experiencia.
Desde entonces, exceptuando uno o otro, mis carnavales fueron momentos de reflección, y a partir de un cierto período de madurez en mi vida, lo tengo relacionado con nuestra existencia.
Comparo el mundo al carnaval. Personas danzan, saltan y juegan cada una a su manera, pero siempre al ritmo de una marchita. Y no es así la vida? Somos todos perfectos juerguistas saltando al ritmo de alguna marchita propia. Nacemos, estudiamos, trabajamos y morimos solamente.
Decidí pues, mas de que tener una vida en vano, "saltar" al ritmo de mi propia marchita: la espada.
En este carnaval, "salte" todos los días acompañados de mis alumnos y ciertamente valió la pena:

"Fue uno de los mejores Carnavales que ya tuve. La sensación de estar exhausta se mezcla con la de conquista por haber llegado al final y de poder estar un tiempo mas cerca de Sensei ."  (Miyamoto Marcia - Unidad Vila Mariana)

Nuestra existencia, si no despertarnos para algo mejor (algo como la mejora y búsqueda del equilibrio), será como la de los juerguistas de carnaval: no sobrará nada.
Apenas cenizas.